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martes, 26 de octubre de 2010

TERCER DIA 28 DE JUNIO DE 2010

Nos levantamos temprano y coger las bicis para ir a Amsterdam. Esta vez la idea era acercarse a la plaza Dam. Ayer las dejamos un poco lejos, por lo que decidimos subir por el rio hasta el Stadhuis o la lado del Muziektheater. Había sitio de sobra y la zona nos daba confianza. Las dejamos delante de la cafetería del museo. Juntamos las cuatro bicis y le pusimos cuatro candados. Uno de ellos era el pitón de la moto. Como habréis escuchado el deporte nacional es robar bicis, por eso todos llevan modelos que parecen hierros con ruedas.

Caminamos pasando por el Munttoren, calle Rokin en dirección a la Central Station. Al consultar en Internet, en Amsterdam.info, no recomiendan dividir la ciudad por circuitos, por lo que nos aventuramos a hacer el que figura como primero. Este nace en la estación y nos lleva hacia el barrio Jordan. Nos muestra las casas típicas de la ciudad, las que suelen aparacer en las postales. Fachadas de ladrillo, unas delgadas, otras anchas, pasamos por los canales de Singel, Herengracht, Keizergracht y Prinsegracht.

En el puente Lenkkersluis os podéis encontrar una buena zona para sacar fotos interesantes, allí está el café Papeneiland, el más antiguo de Amsterdam.

En el paseo en dirección a Prinsegracht, fuimos a la casa donde Ana Frank y su familia se escondieron de los nazis. Aún estaba el castaño que ella veía desde su ventana y que el 24 de agosto una tormenta tiraría abajo. Pasamos por NooderKesk Iglesia, delante de la cual había un mercado que sólo funciona los lunes y los sábados. Vendían unos zumos de naranjas recien esprimidas, por un euro el vaso que estaba fenomenal. Al final nos tomamos otro, ya que no nos pudimos resistir. Callejear por los canales es una delicia y más pensando que el tiempo que etamos teniendo no es normal, ya que aquí llueve un día sí y otro también.
Seguimos en dirección a Leidseplein, parando en cada rincón para ver y tomar pequeños tentempiés. Los canales permiten amarrar a los lados barcazas que funcionan como casas, muchas de ellas no están dadas de alta y sin embargo tienen luz y agua.
Al llegar a la zona de Leidseplein, nos encontramos con teatros, cafés, bares y sitios de mucha animación.
Visitar con niños tienen también muchas limitaciones ya que nos obliga a ir lentos y inventar pequeños juegos para animar la marcha. Lo que no nos está permitido es visitar museos, pero... otra vez será.

Holanda jugaba octavos de final, del Mundial de futbol, y ganó por lo que había mucho ambiente naranja. Hicimos el recorrido en barco, muy bonito e interesante, nos costó 27€.

Vuelta en bici, otros 13,5 km, no nos perdimos, y al llegar al camping fuimos al super C-1000 a +-2km, donde compramos para hace barbacoa. Los niños cenaron puré y queso fresco. Lo nuesto fue churrasquito con ensalada más calabación. Sobremesa de galletas típicas holandesas, chupito e internet. Con las bromas estuvimos hasta la una de la mañana.
Así no hay quien descanse.

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